En 1996 se publicó El Secreto, un libro que se convirtió en un best seller y supuso la culminación de la ley de la atracción, una teoría que se inspira en parte en filosofías y creeencias orientales pero que en el fondo apela al ego y a sus deseos. Nadie se ha hecho más rico ni famoso con el Secreto. Bueno, sí, alguien: su autora.
Desde los años 70 numerosos estudios han puesto de manifiesto los abundantes e interesantísmos paralelismos entre la física moderna y los principios del misticismo oriental. Esto ha sido aprovechado por algunos autores y gurús relacionados con la autoayuda y la New Age para simplificar y tergiversar algunos de estos hallazgos y empaquetarlos en forma de cedés, libros y deuvedés. “El poder está dentro de ti. Con tu mente puedes conseguir todo lo que te propongas”. Esta idea ha encontrado su máxima expresión con la denominada ley de la atracción. Con ella, algunos autores recurren a términos más o menos científicos para dar a sus libros y charlas una pátina de rigor y seriedad, pero si se apartan las palabras más o menos técnicas lo que queda en realidad es una idea que no difiere mucho de las pócimas mágicas que se vendían hace siglos de pueblo en pueblo. Según esta ley, si uno concentra su mente en algo o alguien que desea como el que por ejemplo repasa mentalmente la lista de la compra puede literalmente conseguirlo. Da igual que sea un coche, una relación o una entrada a un concierto; si te concentras de verdad será tuyo. Y en el caso de una persona da igual que ella quiera o no estar contigo, lo que cuenta es tu propio deseo. La ley de la atracción ha venido apareciendo desde hacía años en programas, cursos y webs de automotivación pero gracias a El Secreto logró un renovado impulso. Publicado en 2006, El Secreto es un deuvedé y libro en el que su autora Rhonda Byrne recopilaba reflexiones de varios pensadores inspiracionales, algunas de ellas ciertamente sugerentes y valiosas. La obra logró un éxito arrollador en todo el mundo y se convirtió en el best seller de moda. Acerca de él la activista y escritora Barbara Ehrenreich comenta que “en el deuvedé se ve a una mujer admirando un collar en el escaparate de una tienda, y a continuación aparece con él al cuello, sin más que haber hecho un esfuerzo consciente para atraerlo. En el libro, Byrne, que se pasó años luchando con sus problemas afirma que la comida no es lo que engorda. Luego cuenta la historia de una mujer que “atrajo” a su media naranja fingiendo que ya la tenía: dejó un hueco en el garaje para su coche y vació la mitad de ropa para los armarios para hacerle sitio a él... y voila, encontró a un hombre”.En una entrevista Byrne dió muestras de una patética desfachatez cuando refiriéndose a las víctimas del tsunami 2006 dijo que esos desastres suceden “los que están en la misma frecuencia que el evento” .
La creeencia en una mente ubicua y todopoderosa está presente en muchas tradiciones orientales, y proviene directamente de la idea de la disolución del ego y de la impermanecia de los fenómenos y las cosas. El hecho de comprender que uno no está separado del mundo lo convierte automáticamente en partícipe del universo. Es una idea preciosa: creer es crear que está muy bien como punto de partida y que potencia las compasión, la confianza y las capacidades de las personas. No obstante, con la ley de la atracción y teorías similares se ha pervertido hasta dar un giro de 180 grados y ponerse precisamente al servicio de los anhelos y deseos del ego, siempre ansioso por buscar una ilusión de estabilidad a través de los bienes materiales y de la imagen exterior que se proyecta. Y ahora, quince años después de su publicación, Byrne es multimillonaria y los que la creyeran tienen el mismo dinero menos lo que le costó el ejemplar o los ejemplares de El Secreto (la autora animaba a regalar el libro a familiares y conocidos).
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