miércoles, 21 de diciembre de 2011

David Lych, meditación entre tinieblas (II)

"Existe un campo que nos une a todos. Siempre ha estado allí. Es ilimitado infinito y eterno. Es ese nivel de vida que nunca tuvo un comienzo. Es y será para siempre. Y puede ser alentado".



El proyecto al que el director ha dedicado más tiempo y esfuerzo en los últimos años no está relacionado directamente con el arte, sino con la meditación. En 2005 creó la Fundación David Lynch para la Educación Basada en la Conciencia y la Paz Mundial, cuyo objetivo es difundir la práctica de la Meditación Trascendental en todo el mundo, especialmente entre los escolares, uno de los sectores de población más sensibles a la ansiedad y la depresión. La Meditación Trascendental es una forma de meditación que debe ser practicada en dos sesiones al día de 20 minutos cada una de ellas. Su propósito es el de aquietar la mente y  conectar con el yo más profundo y más "trascendental". El movimiento de la MT fue creado a mediados de los años 50 por el Maharishi Mahesh Yogui, un religioso nacido en la India en 1918 cuya idea era poder difundir la técnica al máximo de personas posible y que esto a su vez favoreciera la consecución de la paz mundial. Desde entonces ha ido creciendo de forma colosal. Paralelamente a su éxito también ha cosechado críticas, muchas de ellos justificadas. Algunos episodios protagonizados por el Maharishi, el abusivo precio que se cobra a los principiantes y el funcionamiento de la organización -con ticks más propios de una multinacional como la Coca-cola que de un movimiento espiritual- no han pasado desapercibidos. Un ejemplo de ello es la forma casi dogmática con la maestros y seguidores se refieren a la técnica del Maharishi, como si dentro de la extraordinariamente variada y fecunda técnicas de meditación basadas en los Upanishad y en el Bhagavad-Gita la suya fuera la única realmente efectiva.

 El director explicando su experiencia con la MT:



  
Estas sombras no deben no obstante tapar el valioso trabajo que ha llevado a cabo la MT por todo el mundo. El hecho de ser una técnica muy concreta y fácil de aprender ha ayudado a su difusión e implantación en escuelas, hospitales y centros sociales. El mundo es sin duda un lugar mejor si cada día más y más personas de todas las culturas, religiones y razas se animan a practicar éste o cualquier otro tipo de meditación. Lograr por ejemplo que en una prisión funcionarios y presos la practiquen fomentando aunque sólo sea un poco los sentimientos de empatía, compasión en un lugar tan cargado de energía negativa es poco menos que una hazaña. Una hazaña que ayudan a no tener demasiado en cuenta los tics ególatras de la MT. Lynch en este sentido está libre de toda sospecha. Él no necesita utilizar ningún movimiento para obtener un prestigio que desde hace décadas ya atesora como artista. Es más, su vinculación a la Meditación Trascendental puede suponer una mancha en un director en según qué círculos cinéfilos. Con su obra y su trayectoria Lynch ha roto sin ni siquiera pretenderlo con el tópico de la espiritualidad oriental que se ha alimentado desde Occidente y en el que parece que todo tenga que ser sensiblero o cursi. Al contrario, su arte y sus obras apelan al amor a través de los aspectos más extraños y escabrosos de la vida.


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