lunes, 28 de noviembre de 2011

Hicks. Iluminación, drogas y rock and roll (II)



Hicks nació en 1962 en el estado sureño de Georgia, en el seno de una familia conservadora y profundamente religiosa. De joven fue algo parecido a un niño prodigio de la comedia, actuando en clubs y bares bastante antes de alcanzar la mayoría de edad. Su material y su puesta en escena estaban inspirados en totems de la comedia como Woody Allen y Richard Pryor y las bromas se centraban sobretodo en su famlia y en la escuela. Hicks se mostró siempre muy interesado en la meditación trascendental y la espiritualidad oriental. Esto, junto a sus primeras experiencias con el L.S.D y los hongos alucinógenos propiciaron una apertura de conciencia que dio un empujón a su trabajo. Hicks acompañó el consumo de esta clase de alucinógenos de otro tipo de sustancias como cocaína, alcohol o mefantemina. Este estilo de vida desenfrenado y salvaje benefició durante un tiempo a su comedia. Era un torbellino encima del escenario y además enfoques inéditos y ocurrencias inesperadas enriquecieron su material. Pero tres años consecutivos de excesos -”siempre que me desfaso pienso que Keith Richards sigue vivo”, solía decir- acabaron pasando factura y al final ya no se trataba de ver hasta dónde llevaba al público con su comedia sino cuanto era capaz de beber.

Finalmente Hicks logró dejar de lado el alcohol y las drogas, excepto los hongos, que seguiria consumiendo puntalmente. El hecho de haber bailado al borde del abismo y haber sobrevivido le aportó una fuerza y una seguridad asombrosas. Hicks fue puliendo su material elaborando un discurso tan trangresor como coherente en el que conectaba libertad de expresión, sexo, rock and roll, política, filosofía y religión. En lugar de seguir el ejemplo de muchas personas que se habían desintoxicado siguió defendió el consumo drogas como una cuestión de elección personal. En uno de sus monólogos dice: “Si no creéis que las drogas han hecho cosas buenas por nosotros hacedme un favor: Id a casa, coged todos vuestros cd's y vuestros discos y quemadlos porque ¿sabéis como iban esos artistas que han enriquecido nuestras vidas? Rrrealmente pasados. Los Beatles iban tan pasados que dejaron a Ringo cantar una canción”. Una forma de denunciar la hipocresía de la clase media americana que vibra con la música de los Beatles o los Stones y después condena sin matices el consumo de drogas.

En este extracto de una actuación en la que reivindica de forma salvaje a los artistas que tocan con el corazón, con el alma, de verdad: “Play from the fuckin heart!”, grita fuera de sí, en contraposición a los pulcros e inofensivos News Kids on the Block, un grupo muy popular por entonces. Aquí demuestra además toda su capacidad para dar colorido y profundidad a sus actuaciones, adoptando diferentes papeles, gesticulando y utilizando el micrófono para crear efectos sonoros.




Pero justo cuando la carrera de Hicks comenzaba a recoger los frutos de años de agotadoras e interminables giras en todo tipo de clubs le diagnoticaron un cáncer de páncreas. Con solo 32 años el destino le hacía la peor de las jugadas. El cómico, no obstante, continúo actuando y, sin dejar de lado el humor, se convirtió en una especie de agitador social capaz de ofrecer ideas y reflexiones que ponían en entredicho los tabúes y convicciones más sagrados de la sociedad. En uno de sus últimos monólogos le explicaba al público:
"Si tenéis hijos -doy por hecho que alguno de vosotros los tenéis- siento deciros esto pero no son importantes. Sé que pensáis que lo son pero no lo son. ¿Sabéis que cada vez que un tío se corre expulsa 200 millones de  espermatozoides? ¿Sabéis lo que signifca eso?, ¡¿uno de entre 200 millones?! He borrado civilizaciones enteras de mi pecho con un calcetín gris de deporte" ¿Era por lo tanto una especie de misántropo sin corazón? Obviamente no. Hicks, cuya visión de la vida tenía abundantes puntos en común con el hinduismo y el budismo , creía en la existencia de una conciencia colectiva y denunciaba aquí cierto tipo de amor que se profesa por los hijos en la sociedad occidental. Un supuesto amor que no deja de ser en realidad la proyección de un sentimiento egocéntrico y obcecado en uno mismo. Con esta reflexión el cómico conduce a la audiencia a un terreno incómodo pero sugerente al mismo tiempo.  Es un monólogo provocador e ingenioso -la frase "He borrado civilizaciones enteras de mi pecho" es tan inmortal como el mejor de los versos de Oscar Wilde- que ofrece a la vez una profunda reflexión de ecos filosóficos.

Y cerramos con unas palabras que mostraban cuál era más allá de la rabia y el cinismo la base de su pensamiento, la naturaleza de su mensaje. Un mensaje basado en la compasión y el amor al prójimo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario