Bill Hicks es un personaje irrepetible en el mundo de la comedia norteramericana. En él convergían espiritualidad oriental, conciencia izquierdista, amor por el rock and roll y defensa a toda costa de la libertad individual frente al poder y las instituciones. Dotado de un talento descomunal se propuso utilizar su comedia -y era una comedia rematadamente buena- para iluminar el inconsciente colectivo, dinamitar tabúes y poner el descubierto la hipocresía de la sociedad norteamerica de la occidental por extensión. A pesar de que solía bromear con un salto en la evolución humana cuando el hombre perdiera una vértebra y lograra por fin practicarse una felación a sí mismo, creía de verdad en una revolución, un cambio de conciencia con el que triunfaran definitivamente el amor y la verdad. Representaba en cierta forma una actualización de la ideología hippy y contacultural de los años 60 pero alejado del amaneramiento y los tópicos propios del flower power y la new age. De hecho en algunos de sus monólogos proclamaba: “Estoy harto de esa falsa moralidad santurrona de mierda sobre la vida. ´¿No es bonita la vida? ¡Démonos palmaditas en la espalda!´ ¡Iros a la mierda!”.
Vestido habitualmente de riguroso negro y con una lengua afilada y mordaz, en sus actuaciones trataba temas espinosos o tabúes desde las drogas y la pornografía hasta el aborto, la política exterior de los EE.UU o el tabaco, y solía aportar siempre un enfoque inédito respecto al aceptado por el establishment. Sobre el intento fallido de asesinato del presidente Rondal Reagan reflexionaba: “Vivimos en un mundo donde los buenos mueren y los mediocres sobreviven. Ghandi, asesinado. Martin Luther King, asesinado. Jesucristo, asesinado. Ronald Reagan, herido. Ocho cánceres y ese cabrón aún camina.” Y sobre el papa: “Me encanta ver al Papa en su Papamovil protegido por un cristal, su cristal antibalas de metro y medio de ancho. ¡Ésa es la fe en acción amigos! Tiene a Dios de su parte!.
En este formidable monólogo, ofrecido poco después de la Primera Guerra del Golfo, denuncia las mentiras y exageraciones que difundieron los mass media para justificar un ataque indiscriminado y desigual. Y continúa con una reflexión interesante: “Era increíble ver volar esos misiles por el aire pero ¿no podríamos utilizar esa tecnología para disparar comida a la gente hambrienta?”
De una forma análoga a Noam Chomsky, el cual inspiró muchas de los monólogos ofrecidos en los últimos años de su carrera, consideraba que el mundo estaba controlado por unas pocas corporaciones que a través de la política, los mass media y el marketing habían logrado imponer una cultura capitalista deshumanizada y carente del más mínimo escrúpulo.
Este es un extracto de un monólgo dedicado al mundo del marketing:
Y acerca de Bush dijo: “La razón por la que no voté por Bush es porque es un asesino de masas. Hay otras razones para votar aparte de la cartera. Yo puedo pagar 5 centavos de más por el litro de gasolina solo para saber que unos pequeños niños morenos no están siendo apaleados como focas para que Pepsi pueda construir otra planta en Nicaragua”:
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